Rigidez

Obsesa obsesiva re
loca me atornillo a
un pensamiento me
clavo fija en un punto
amplio que reduzco a
tu imagen difusa.
llena mi vida un
espasmo que crece monótono
a tempo
con lo que va muriendo
en mi mente tildada
que no alcanza ese lapso de
cambio perfecto.

La encarnación de sus uñas rojas y del silencio.

Envuelvo en mortajas
no queriendo mirar
los cachos que quedaron
de esa inmensa soledad.

Los jardines en mortuoria
oscuridad
el suelo putrefacto sobre
el que volaba
para no pisar
la persiana rota en la
ventana
de la habitación del llanto
la selva bichada del
patio
Su voz de jaula escondida
las uñas como cuchillas
pintadas de sangre mía.

Esa casa no fue cama
de mi hambre
ni madre de mi fuerza
extraña
ni el confín de mis silencios
asesinos.

Esa mujer fue un mal sueño
que ha cesado
pero que permanece, algo difuso,
dentro mío.

Todo mientras nos comían los mosquitos.

Río del mundo que
sale de tu boca,
del color noche que
se come tus ojos casi
borrados pero impunes
al tiempo.
Respiro de lejos tu
aliento y me encuentro
con tu olor a infancia
con tu voz que sabe
inocente
envolverme como el viento,
transformar mi pena en aire,
traspasar los planos donde
crespan y revientan las olas
de mi acuosa soledad.


(estoy absolutamente cursi y romántica...
inevitable)

Medio amor

Con el humor partido al medio,
en dos,
la inocencia de pensar en
no creer
y creer igual.
las fabulaciones develadas
los secretos banales
los huesos en tormentosa evidencia.
Anticuerpos
ponerle rejas al pensamiento,
abrirlas, liberarlo
volver a enjaularlo.
El dolor de rozar la alegría
y despertar,
en otro lugar.

Sin título

Me voy al carajo
(lugar incierto)
con lentes de sol que reflejan la luna
(está anocheciendo)
Y cuando se me ocurra recordarte
ahí nomás en el carajo vagando,
voy a morirme un rato
(con los lentes puestos).

Contacto

Voy planeando bajito
sobre tus cauces, que se
desbordan.
Te soplo y te vuelvo ola
te toco y te abrís en mar.

Todo en mi pequeño living.

Sigo mal del estómago.
Hoy tuve la sensatez de almorzar galletitas, de agua.
A pesar de la ausencia de aceite, ajos y otros fulminantes,
me sigue doliendo, no solo el estómago, sino todo lo que hay
más allá del cuerpo.

Tomo un polvito efervescente y erupto por un rato largo.
Tomo un analgésico antifebril, porque también tengo fiebre, claro,
y me imagino que se esfuma el malestar tan prolongado.

No sucede lo que había imaginado,
el cuerpo me pesa demaciado, sobre todo la cabeza.

Me intoxico un poco con humo caliente.

Creo haberme olvidado del dolor;
lógicamente estoy equivocada.
Escribo.
Y el dolor se instala.

Ajo

Tenía el estómago a la miseria desde ayer, dado vuelta.
Me levanté y dije: hoy dietita todo el día.
A las dos horas puse en agua al fuego unos fideos tirabusón.
Quince minutos más tarde los colé y les puse bastante queso, rayado por mí.
Acto seguido, les puse demasiado pesto, con nueces.
Los revolví y me los comí.
Mal.

Hace unos veinte minutos que me he transformado en ajo;
Por lo menos no tengo estómago.

Endemia

Me cercan papeles
cargados de dios,
sí;
paganos
cúbicos
mortales,
ilusorios
carcomidos
desifrables.
Me marean, nauseabunda
voy mutando
inmutable, casi una
voy fingiendo que comprendo.

Voy cayendo en mis adentros
sucumbiendo al desperfecto, símbolo
oxígeno, viento interno.

Muerdo sin fuerza, oteo
en las tinieblas, pienso
encerrada en mi espera... eterna.

Entonces no como no advierto no
entiendo
tanteo para ver si te encuentro.
(te metiste en mi poema,
que trataba de otra cosa)

¿Por qué estás en todas las malditas cosas?

El alivio de observar...

Observo sentada
todo y la nada;
algo tranquilo como
doblar servilletas en otra casa.

Miro, y en la observación
me duermo sin
pena ni remordimiento sin
posar la nostalgia
en ninguna huevada
de esas
que cuando la idea se pone
tirante
se comen la calma
(como cuando el espejo devuelve, tan hijo de puta,
la imagen de lo que jamás es suerte)

Momento ideal para mirarme una peli, tomándome un tinto
y fumando. Sola, y sin darme cuenta de ninguna ausencia.